En un pueblo que se llamaba Ortillá, había un grupo de amos y amas de casa: Pedro, José, Nicanor, Josefa, Natalia, Pepa, Ramona, y Sonia.
El grupo charraba mucho y no tenía otros temas de que “CASCAR” que no fueran sobre: Fiestas, la gran marcha de la juventud, y sobre todo de los toros.
Además nuestros amos caseros, tenían otras curiosas habilidades.
A José y a Pedro les gustaba hacer cócteles y los agitaban con gran salero.
Nicanor al tiempo que limpiaba los suelos dejándolos como una patena, cantaba jotícas muy majícas.
Natalia, Ramona y Josefa eran un trío de alcahueta de aupa, por eso decidieron crear la asociación de “Las alcahuetas de Ortilla”.
Poco a poco fue pasando el tiempo y Natalia le iba echando el ojo cada vez con mayor frecuencia a Nicanor.
Cuando Nicanor vio la idea que llevaba entre manos, le dijo: “No te escondas que conozco tus intenciones”. A lo que ella le respondió: “Imposible que me las conozcas pues apenas nos hemos visto”.
“Pero es que Ramona me cuenta muchas cosas tuyas”.
Natalia sonrojada murmuró: “A esta vieja bruja me la voy a tragar con sal y pimienta”.
Entonces José, que por allí pasaba, la oyó y replicándole, dijo: “iKia!, ¿No eres un poquico bruta?, has de saber que es su madre.
Natalia pensó que ahora si se acababa de enredar en la madeja que en este momento tan negra veía.
Corriendo fue a contárselo a sus amigas Pepa y Sonia. La muy avispada de Pepa le aconsejó que lo mejor que podía hacer era disculparse, pero ella no lo veía tan claro. Entre tanto Sonia se reía cosa mala por que todo esto le parecía una bobada.
Así que al día siguiente Sonia acompaño a Natalia hasta casa de Nicanor donde ella con pudor se disculpó delante de Ramona que estaba muy mona con su fregona.
Esto le gustó al muchacho y en pocos días le pidió la mano y unas semanas después en Ortilla al medio día se oyeron campanas de boda para todos los cotillas.
El grupo charraba mucho y no tenía otros temas de que “CASCAR” que no fueran sobre: Fiestas, la gran marcha de la juventud, y sobre todo de los toros.
Además nuestros amos caseros, tenían otras curiosas habilidades.
A José y a Pedro les gustaba hacer cócteles y los agitaban con gran salero.
Nicanor al tiempo que limpiaba los suelos dejándolos como una patena, cantaba jotícas muy majícas.
Natalia, Ramona y Josefa eran un trío de alcahueta de aupa, por eso decidieron crear la asociación de “Las alcahuetas de Ortilla”.
Poco a poco fue pasando el tiempo y Natalia le iba echando el ojo cada vez con mayor frecuencia a Nicanor.
Cuando Nicanor vio la idea que llevaba entre manos, le dijo: “No te escondas que conozco tus intenciones”. A lo que ella le respondió: “Imposible que me las conozcas pues apenas nos hemos visto”.
“Pero es que Ramona me cuenta muchas cosas tuyas”.
Natalia sonrojada murmuró: “A esta vieja bruja me la voy a tragar con sal y pimienta”.
Entonces José, que por allí pasaba, la oyó y replicándole, dijo: “iKia!, ¿No eres un poquico bruta?, has de saber que es su madre.
Natalia pensó que ahora si se acababa de enredar en la madeja que en este momento tan negra veía.
Corriendo fue a contárselo a sus amigas Pepa y Sonia. La muy avispada de Pepa le aconsejó que lo mejor que podía hacer era disculparse, pero ella no lo veía tan claro. Entre tanto Sonia se reía cosa mala por que todo esto le parecía una bobada.
Así que al día siguiente Sonia acompaño a Natalia hasta casa de Nicanor donde ella con pudor se disculpó delante de Ramona que estaba muy mona con su fregona.
Esto le gustó al muchacho y en pocos días le pidió la mano y unas semanas después en Ortilla al medio día se oyeron campanas de boda para todos los cotillas.
"rincón del artista" programa 79 E.B [27.03.09]
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